lunes, 21 de junio de 2010

VERDE, VENENO VISUAL

VERDE, VENENO VISUAL
El arsénico de Sheele

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Verde, que te quiero verde…”
F. García Lorca. La tristeza no mata, sólo encamina hacia la muerte.
Napoleón, viendo con ojos vacunos la verdura insomne de sus enmohecidos tapices, inhaló por la mirada el Arsénico de Sheele.
Su cara, en un prolongado enjambre de quejidos, adquirió la torpe imagen de las hojas secas. Sólo su mano, ante el dolor de lo visual, mantuvo la firmeza en la barriga, rubricando así su locura para la posteridad.
Siendo el color más natural del mundo, el verde es nuestro embajador orgánico. India, Persia, China y Japón sufrieron el hechizo de su misteriosa belleza.
No hay que olvidar que la pulverización de la malaquita (azurita, carbonato de cobre), en su tono radioactivo, sirvió exclusivamente para ofrendarle aureolas de insondable luminosidad a los Budas.
También fue el color del dulce manto del profeta Mahoma, cuando el verdete simbolizaba, con sus miles de vírgenes desnudas y obsequiosas, el jardín del amor.
He entrevisto en una misericordiosa pesadilla, y sólo por unos preciosos instantes, este verde sónico…
Es un bautizo secular, donde un esmerado Jesús védico me hunde la cabeza entre lotos y ranas y diamantina cuántica; el color esmeralda se vuelve zumbido cósmico y, avanzando y recogiéndose, se extiende como una armoniosa mezcla de gigantescas luciérnagas vibrantes y ectoplasma congelado, entonces es-ta-aaah-llaaaah-un-delicioso-dolor...
Quedan trescientos veintisiete mil cubitos de jade levitando en espiral, danzando curiosamente dentro de un cuenco de té tibetano.
Brumosa como la mar, la helada realidad me despierta, observo lo que tengo en las manos, le doy la vuelta y leo la etiqueta: “Carl Wilhem Sheele obtuvo la patente del Verde Sheele, después que Turner se apropiara de su impatentado Amarillo”. Entonces creo, o pienso, que es este el siglo XXI.

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