viernes, 25 de junio de 2010

LECCIONES DE MARXISMO MÁGICO

LECCIONES DE MARXISMO MÁGICO
Del sur al norte de Eduardo Galeano

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“No hay cambio sin sueño y no hay sueño sin esperanza”.
Paulo Freire.No hay cosa más difícil en esta vida que la sencillez.
En un reciente artículo publicado en el Página 12, uno de los más interesantes diarios críticos de Buenos Aires, el francés de moda Michel Houellebecq, autor del controversial libro Las Partículas Elementales, me traía a la memoria, no sin sarcasmo, que la filosofía occidental “es un entrenamiento largo, paciente y cruel cuyo objetivo es convencernos de que unas pocas ideas malas son correctas”. Algo así como “Patas Arriba, la escuela del mundo al revés”, del autor uruguayo Eduardo Galeano, donde premiamos la delación y la deshonestidad, castigándonos el sentido de justicia...
El maestro Harold Bloom advierte: “No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial para que leamos. A la información tenemos acceso ilimitado, pero ¿dónde encontramos la sabiduría? Si uno es afortunado, tal vez se tope con un maestro que lo ayude...” Y, no sin cierta tristeza, pocos de nuestros alumnos tendrán esa dulce fortuna; pocos de nuestros hijos se sumergirán en el agua vital de dicha experiencia.
Bien sugiere Eduardo Galeano, para que esta cruel realidad cambie lo primero que tenemos que hacer es verla...
Conocí en una fresca tarde de Taller Literario a Eduardo Galeano por boca de Ester de Izaguirre, consentida poeta paraguaya y admirada discípula de Jorge Luis Borges (ante su invidencia, Borges necesitó lectores, y ella fue una de sus estimadas).
Ella fue la primera persona que me habló de la garra dorada de su escritura. “Aseverada, sobre todo -- me decía -- por las crueles experiencias de las dictaduras del Cono Sur, sus palabras hablan de la realidad del alma humana”. Más tarde, en El Café México -- sí, el de la avenida Ruiz y Cuarta, frente a la Librería Ramírez, que administra mi buen amigo Vicente Calderón --, donde a finales de los ochentas nos pasábamos las noches infinitas de nuestra existencia hablando de arte, literatura, cine y libertades anexas, Carlos Mongar discursó su magia engrandeciendo la figura de Eduardo Galeano, facilitándome a su vez el mítico ensayo de “Las venas abiertas de América Latina”.
Unos años después tendría la fortuna de conocerlo en persona, entrevistarlo (“Días y noches de amor y Marxismo Mágico”, publicada en El Vigía) y mantener una esporádica pero sustancial correspondencia en la magia de la tinta y el papel.

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