domingo, 20 de junio de 2010

QUERIDO MONSI

QUERIDO MONSI
La crónica es la voz del tiempo ante silencio
que intenta imponer la muerte

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“El único intelectual capaz de ir a la TV comercial,
echarse un tiro con cualquier idiota ventajoso
y salir no sólo vivo del intento, sino vencedor”.
Hermann Billinghausen. ¿Verías, como los chinos, tu hora en los ojos de los gatos? ¿Y ahora, que muerto estás, quién cuidará de ellos, quien les peinará la pelambrera con mano literaria y les acariciará con delicada ternura el rabo?
¿Tus libros, querido Monsi, dónde pernoctarán la borrachera de haberte perdido?
¿Y nosotros, tus émulos en este oficio de largas calles, salas de redacción y madrugadas perdidas?
¿Qué haremos nosotros, pretender escribir en tu ausencia cuanta presentación de libro, prólogo, artículo revistero, exposición pictórica, debate literario, televisar la palabra, mitin político, tertulia poética, conferencia magistral, encuentro intelectual, puteada gubernamental, encuentro clandestino, publicación periódica, crítica desautorizada, radio comentario, demanda de justicia, maquinaciones de honor o de amor?
Diablos, si apenas hace poco más de una década -- la crónica es la voz del tiempo -- presentabas en la Feria del Libro de Tijuana el anecdotario de Eulalio González “Piporro”, mientras admirado yo exponía la lectura de mi poemario “Te metes, tiras y sales”, escrito en especial para un publiquito infantil y el cual te cayó en gracia para decir: “Tienes mucho futuro en el género”.
Eso me pareció muy hermoso, altamente reconfortante, porque venía de abrazarme la amistad con tu hermano uruguayo Eduardo Galeano, quien sorprendido había ya comentado: “¡Qué maravilla, este es un librito que generará mucho cariño!”, y tú, con las palabras justas, el pelo revuelto, arrastrando la voz con graves pasos de lentitud gatuna, me lo trasmitías en esa tarde de nobles y humildes principiantes, buenos y excelentes expositores, celebrando mientras brindaba la palabra.
Y tú, incallable como eres (cronista, pregúntale a la muerte que tiempo quiere), dices: “Tienes mucho futuro en el género. ¿Escribes narrativa? Con la poesía articularías el discurso con la precisión que regala el hecho de tocar el mundo con el alma”.
Gran lector de todo, pero especialmente de poesía, que muchas veces escucharte recitar un fragmento poético fue la gran respuesta a las preguntas sobredimensionadas de la condición humana.
Monsi, entre el peligro y la dicha de ser, nunca tus escritos estarán solos. Con cinceles justos lo acaba de grabar en la conciencia del mundo José Emilio Pacheco: “Ante su muerte sólo podemos leerlo y releerlo y darle al fin el sitio que merece entre los grandes escritores mexicanos de todos los tiempos”.
Y yo quiero cerrar este comentario luctuoso con la hermosa confesión que le hiciste a Pablo Ordaz: «“Sin mis libros me sería imposible vivir y sin mis gatos, también. Los libros no aúllan ni los gatos proporcionan sabiduría, por eso no podría elegir. Preferiría entonces vivir sin mí”. Y así fue: el día que los médicos le quisieron apartar de sus muchos gatos para preservar sus pulmones, sus amigos supieron que también lo estaban condenando a muerte».

1 comentario: