A la vida tenemos derecho todos
Rael Salvador
rael_art@hotmail.com
“Mi hombría es aceptarme diferente. Ser cobarde es mucho más duro”.
Pedro Lemebel.

Así pasaron por las armas a Federico García Lorca (introduciéndole la pistola y luego disparándole).
Así le descuartizaron el alma a de Pier Paolo Pasolini (un jovencito que, ya pantalones arriba, se arrepintió de su satisfacción).
Así, así, así…
De la sed de la piel a los sótanos de la tentación aparte.
Pero a la puta vida tenemos derecho todos.
Y cada quien lo hace como puede, ya sea vendiendo el alma como los políticos, los empresarios y los servidores públicos, o vendiendo el cuerpo, como las sexoservidoras, los transexuales y los homosexuales.
Así, no sin cierto grado de resquemor y otro tanto de alivio, hacemos funcionar los mercados del alma y de la carne.
Y parece no existir manera o forma de concienciar a la población de que la transexualidad o la homosexualidad no son una amenaza ni una aberración ni una enfermedad…
Si no puntualizamos dicha educación y respeto a la elección de género -- avalado por la psiquiatría y no sólo definida o rectificada por el bisturí --, cómo diablos vamos a luchar contra la discriminación que genera la transfobia o la homofobia: el odio o miedo irracional, muchas veces obsesivo, hacia las personas transexuales y homosexuales, que lamentablemente suelen terminar en crímenes violentos, como el ocurrido a “Jazmín”.
¿Acaso las “tetas” de un transexual no son similares a las de nuestras mujeres que, en sus elegantes bolsas “Carolina Herrera”, llevan la misma tarjeta del cirujano compartido?
La Mexicomanía sádica, que se desboca a una sexualidad desenfrenada, humillante y sin sentido, que es ejercida sólo para reafirmar el fantasma psicológico de un “falo” que se difumina, y, más que al género opuesto, parece necesitar la guerra, el box y el fútbol para disfrazar sus pulsiones…
Sublevando o definiendo, con o sin virtudes femeninas o masculinas, homosexuales somos todos y todas. La compulsión de la violencia específica es otra cosa.
Que ningún crimen quede sin comprensión… ya que el castigo lo aplican ustedes.
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