viernes, 11 de junio de 2010

BALAZO EN LA CABEZA

BALAZO EN LA CABEZA
Entrenados para no tener conciencia,
capacitados para matar

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Desaparecidos los motivos, nada tiene explicación”.
Elías Canetti.Duelo de don Jesús Hernández, ante los restos de su hijo.
Mientras otros prefieren ir al zoológico, yo sólo me paro en algún lugar y observo a mis congéneres, muchas veces mezclados con algunos de sus hermanos -- domesticados o libres --, las otras especies.
Observo y veo, contemplo. Oteo la realidad y la realidad se me abre y se me muestra.
Balazo en la cabeza, apenas catorce años; disminuido y electrocutado con intención y saña: muerto y, ya muerto, golpeado. Los sacan, los forman y los acribillan a mansalva, son 19 los que se desangran sin vida, sin sentido, y la lluvia de balas deja cuatro heridos más.
Observo, veo a los lados y leo, intento comprender.
Sergio Adrián Hernández, un muchachito mexicano de 14 años muere instantáneamente cuando una bala disparada por un agente de la Patrulla Fronteriza estadounidense le impacta en la frente. Su cuerpo queda tendido del lado mexicano de la frontera, bajo el Puente Negro, Ciudad Juárez, a la vista de decenas de personas, niños incluidos, que lloraban por el segundo compatriota muerto en ocho días a manos de policías norteamericanos.
El primer compatriota de estos días en morir en manos de la de agentes fronterizos fue el emigrante Anastasio Hernández Rojas, que falleció en San Diego tras recibir una lluvia de golpes y descargas eléctricas, todo ello matizado de la patología psíquica de los insultos y lo volitivo de los actos fuera del domino de la inteligencia, principal precursora del equilibrio y la compasión.
¿Han servido de algo los exámenes psicométricos a los policías?
¿Ayuda su paso por la Academia a controlar el turbio bagaje de males psiquiátricos que aqueja la conciencia del hombre moderno?
¿Ganando un salario de 60 mil dólares al año, puede creer un policía norteamericano que es inmune a la inestabilidad del trastorno de lóbulo frontal, síndrome de las desmesuras asesinas -- irrefrenable cuando hay alcohol o mezcla de otras drogas --, y así disparar deliciosamente estúpido de adrenalina a la cabeza de un niño de 14 años?
Con un dolor y una pena angustiante que da escalofrío, Jesús Hernández, padre de Sergio Adrián (adolescente asesinado), dijo que su hijo sólo fue al río para pasar el rato: “Había muchos chavales jugando fútbol, y el de la migra andaría drogado o no sé qué andaría, el chiste es que empezó a tirar balazos y le pegó dos en la cabeza al niño, a mi bebé...”

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