sábado, 1 de mayo de 2010

ANIMA MUNDI

ANIMA MUNDI
La alquimia poética de Ariel Kupfer

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“A veces, de noche, enciendo una luz para no ver”.
Antonio Porchia.
Si con la filigrana de Antonio Porchia la poesía alcanza alturas inimaginables, esperen observar el imaginario escultórico del también argentino Ariel Kupfer (www.arielkupfer.com).
El artista, que vive en París -- hasta hace poco en la isla de Saint Louis --, donde explora con la curiosidad de un entomólogo entusiasta todas las relaciones posibles entre el agua y la roca “como procesos alquímicos de disolución y solidificación”, experiencia existencial que le obsequia la oportunidad de generar una epistemología bondadosa, un saber fundamentado en los métodos del conocimiento científico y, que a su vez, trasmutado a sus esculturas e instalaciones, se convierte en un armónico tratado de revelaciones poéticas, de mineralizaciones oníricas, de mágicos apareamientos cósmicos…
“Hay piedras que caen del cielo -- me comenta desde la profundidad de su mirada azul --, se llaman meteoritos, estrellas fugaces que, además de portar deseos, son semillas que fecundan la tierra, animan el mundo (el anima mundi de los alquimistas), obsequiándole un eco universal”.
Así lo pequeño no es menos que lo grande, “el material de los sueños, como lo decía Gaston Bachelard, es tan denso como la sutileza de lo que damos a llamar realidad”.
Los dos sabemos que en el “gabinete de las curiosidades”, lo lúdico es una constante. Cuando somos niños no necesitamos escribir poesía, los juegos de la infancia son en sí mismos poesía.
Cuando perdemos anarquía, nos volvemos adultos; por ello, atravesar las puertas del arte es una recuperación del Paraíso perdido de la infancia, de lo poético, del juego…
“Mira -- agrega Ariel Kupfer --, una terrible Z se interpone entre juZgar y jugar… Aquí hablaríamos de dos mundos que están unidos, íntimamente ligados, pero que insistimos en conservarlos separados”.
Yo le contesto: “Bien, seamos anarquistas… Como sabemos la obediencia no requiere de ningún arte”.
-- Sí -- reafirma --, el arte es un maravilloso acto de resistencia.

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