jueves, 6 de mayo de 2010

SATURDAY NIETZSCHE FEVER

NIETZSCHE NIGHT
La palabra, el grado ilusorio de la realidad

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“La violencia es como la poesía... No se corrige. No puedes cambiar el viaje de una navaja ”.
Roberto Bolaño.
Cuando era un fustigado adolescente vestido de cuero negro -- ávido, guapo, loco y auténtico -- y leía absorto el nihilismo de Friedrich Nietzsche, escribía entonces a la luz de una vela montada en cima de una calavera humana...
Eran largas noches de sacerdocio y entusiasmo, humo psicótico y exceso de alcohol. Zaratustra, mi anticristo, guiaba los anhelos de mi pluma por los senderos lúcidos del aforismo y la sentencia.
Nunca creí en el Superhombre; Alemania y su nazismo me asqueaban -- una moda más entre los designios Judíos de Occidente -- y pasaba de largo tomando más atención al anarquismo mediterráneo de un Albert Camus opuesto a un Sartre existencial en Le Flore. A un Jack Kerouac que me señalaba con un ademán reiterativo: “Continúa en el camino”; o a un Jim Morrison que me advertía que “Nadie sale vivo de aquí...” Ángeles caídos de la lucidez del vicio y la lujuria perniciosa de las letras.
Los filósofos alemanes quedaron como perros rabiosos encadenados a una estaca del Siglo XX. Hegel, Kant, Schopenhauer, Nietzsche y Wittgenstein me dijeron adiós una madrugada en que descubría la maravilla filosófica del sexo, experiencia mística que hizo vigente mi antipoesía y desdibujó las inquisiciones propias de una cultura que se abortaba a sí misma...
A estas alturas de la degradación, después de las oscuras experiencias iniciaticas, ya no debería cuestionarme para qué sirve escribir, sino para qué diablos es útil leer.
Se ha hablado ya bastante, sobre todo en estos tiempos políticos, de la “literatura comprometida”, sin llegar a saber a ciencia cierta qué es, cuál es su aplicación social, periódica y responsable, sin caer en el sermón sonámbulo…
Por todo ello, arremeto con la lacerante niebla de esta máxima: La palabra, sí, la palabra… el grado ilusorio de la realidad.

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