jueves, 20 de mayo de 2010

MALÉVOLO Y A LA MODA

MALÉVOLO Y A LA MODA
Pequeñas ironías de la vida y el lenguaje

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Los periódicos comenzaron a existir para decir la verdad y hoy existen para impedir que la verdad se diga”.
G.K. Chesterton.
Cuando el periodismo viste el ropaje del encanto literario, muchos de los lectores quedan sorprendidos.
No distinguen entre ficción y verosimilitud (termino que apremia a lo creíble, antes que a la verdad).
Se pierden así en la caricatura de sus especulaciones, olvidándose de abrir los ojos y observar la realidad.
Sobre todo, la realidad encubierta. La que se tiene que desentrañar para llegar a su esencia.
Los comprendo, la seducción del lenguaje posee tales arrebatos hipnóticos.
A muchos de ustedes les puede chocar la “adjetivación” adversa, cuando ésta se antepone al coloración común, donde lo “bonito”, lo “bello” y lo “magnífico” barnizan los sustantivos, hundiéndolos en un brillo acrítico.
Es decir, tragable pero insustancial.
No es mi caso (sólo cuando lo decido).
Poseo la fascinación de estilizar en lo irreverente, sobre todo cuando se suscitan estos “auto-elogios” -- sí, los que ironizo en mi entrega de “Ciudad Lumpen, 128 años”, publicado con ciertas reservas este miércoles 19 --, más cercanos a la degradación y al rechazo, precisamente porque excluyen, no sin cierto cinismo y olvido voluntario, el denotado esfuerzo humano de ciudadanos de auténtica valía.
Lo tragicómico, en algunos de mis artículos, es sin duda el modo más adecuado para traducir la esencia de lo cotidiano y enmarcar las vilezas de cualquier idiotez administrativa, o de cualquier otra índole, que igual atente contra de la libertad ciudadana, sus responsabilidades y sus derechos.
La retórica fatigada, haciendo hincapié a un mundo “maravilloso” -- que marcha con sus próceres al esplendor de un país de “primer nivel” --, se engulle la pastilla de la fantasía o se coloca el “happy chip” en la mierda y percibe como bueno todo lo que encuentra fuera de él, disculpando así -- de la manera más ñoña, irresponsable y criminal -- al Capitalismo predatorio, que sólo reduce al hombre como fuerza de trabajo (que, cuando no le soba el lomo, le mal pega o le mal paga, si es que le paga o le ofrece trabajo).
Metidos en le mismo gallinero, esas plumas me acompañan. Cuando no son del Acción Nacional, representan a la “liga de la tinta perpetua” -- que casi es decir lo mismo --, y por su acentuado tributo al subterfugio, a que la realidad se modifique, suavizando sus ensangrentados picos y espolones, son capaces de levantar ampollas en sus huevos, en vez de empollar los míos.

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