Leer sin agua, nadar sin maestro…
Rael Salvador
rael_art@hotmail.com
“También se puede merecer la injusticia”.
P. Claudel.
Sería absurdo intentar aprender a nadar leyendo un instructivo, por más “didáctico” que éste sea.
Es indispensable un instructor; pero sería igualmente difícil aprender con un instructor que no supiera nadar, aún cuando éste contara con un buen instructivo sobre “Cómo enseñar a nadar”.
Para nadar hace falta agua, pero toda el agua del mundo es inútil si no hay a nuestro lado alguien que nos anime, nos muestre cómo y esté ahí para no ahogarnos en el intento.
Aprender a leer y escribir es igual: es imposible aprender al margen de lectores y escritores; o es muy difícil aprender con instructores cuyo conocimiento, habilidad o convicción para leer y escribir es escaso, aunque dispongan de instructivos sobre “Cómo enseñar a leer y escribir”.
Esto es justamente lo que pasa en nuestros programas de Educación, asi como de lectura.
Las políticas y programas son diseñados por personas convencidas de que para la educación no se requiere acceso a practicantes hábiles, informados y convencidos, sino a “materiales didácticos”, equivalentes pedagógicos del “Instructivo para nadar sin maestro”.
Isabel Sampaio y Acácia Angeli dos Santos, maestras dedicadas a analizar estos problemas, argumentan que “las llamadas dificultades de lectura y redacción están relacionadas, en realidad, con deficiencias de capacidad cognitiva básicas, como la habilidad de comprender variables, hacer proposiciones, identificar lagunas de información, distinguir entre observaciones e inferencias, razonar hipotéticamente y ejercitar la metacognición”.
Habría que aprovechar las enormes charcas que se hacen en la calle Westman (hoy, no sé por qué, Evaristo Bonifaz) y acercar a los encargados del “Programa Nacional de Lectura” en el Departamento de Educación a que se den un chapuzón o que ya de “perdis” se mojen las canillas.
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