viernes, 22 de enero de 2010

SIN DIOS, POR FAVOR

SIN DIOS, POR FAVOR
La gratuita demencia de todas las guerras

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Sólo las páginas de los libros
tienen vuelta, las de la vida, no”.
José Saramago.


"Muerta de toda gracia de vida".


Tengo una alumnita que se le parece.
Sus brillantes ojos de miel son como el oro destilado de una madrugada lenta, y su sonrisa, que lleva siempre como una flor abierta, es el suave retrato de la transparente inocencia de la infancia…
Pero esto que digo de nada va a servir a sus padres.
A ellos les duele ya la vida; dolorosamente, como un sofocado grito que ahoga sus espinas entre lágrimas de sangre, les duela ya la puta vida.
Su pequeña niña está muerta.
Entre la gratuita demencia de la guerra y el estéril aleteo de cuadernos escolares, ella -- la que se parece a la niña de mi clase -- se encuentra inerme, definitivamente desfallecida, inerte, muerta.
Entre hierros de horror y dolor, está muerta para siempre.
Muerta de toda esperanza.
Muerta de toda gracia de vida.
Muerta para los trastecitos, para las muñecas, para el arco iris de la computadora, para los amorosos cosméticos adolescentes…
Muerta para sus quince años en Palestina y para el beso nupcial y para el gran amor que intenta desde la ingenuidad detener todas las guerras.
El rostro del desamparo mezcla su densidad con mi infortunio cósmico y no tengo Dios para recriminarle la matanza.
Servido a la realidad de la vida: Sin Dios, por favor.
No tengo Dios y por ello no lo responsabilizo de la inclemente y sangrienta crueldad humana.

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