viernes, 22 de enero de 2010

LA BOBBIEDAD

LA BOBBIEDAD
Entre Edgar Lazacano y Carlos Pavía

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Por más que se sepa sólo de la materia
a que se ha dedicado, se es un inculto.
Iris Dávila.

Norberto Bobbio, en De Hobbes a Marx, lo ha dicho con sobrada transparencia: “En el estudio de los autores y protagonistas del pasado jamás me ha atraído especialmente el espejismo del llamado encuadramiento histórico, que eleva las fuentes a precedentes, las ocasiones a condiciones, que se diluye a veces en particularidades hasta perder de vista el todo: me he dedicado en cambio con especial interés a la explicación de temas fundamentales, a la clarificación de los conceptos, al análisis de los argumentos, a la reconstrucción del sistema”.
Después de leer lo anterior, queda claro que cuenta mucho cómo vayas disfrazado por los pasillos de la historia: las lentejuelas que te cuelgues reflejarán el espejismo humano y, si no te pones vivo, no te quedará otra que defender las cosas muertas: un credo, una bandera, una ideología, una política o una religión.
Maliciosamente, me encanta la amable confrontación Pavía-Lazcano, suscitada por este último y puntualmente reseñada en las páginas de El Vigía. En ella se encuentra el “portavoz” del fundamento, como bien lo señala Bobbio. Y, a su vez, nos hace entender que es muy dudoso que en la actualidad se pueda llegar a ser un buen “historiador” sin conocer a fondo las metodologías de la investigación.
Y, ¡caray!, si se renuncia a ese reducto, a esa maravilla opresiva -- que exige investigación y esmero--, a ese esclarecedor y rancio gabinete de especias divinas, a esa taxonomía -- desde la antropología cultural a las Ciencias Políticas --, no se tendrá otra opción que convertirse en un especulador marginal, en un ser peligrosamente incorrecto, en un apátrida escolástico.
Me gusta contar la dulce anécdota de la visita que Bobbio realizara al Museo del Prado, que algo tiene que ver con lo anterior… Cuando el Maestro salió del recinto cultural, después de observar las maravillas pictóricas que nos ofrecen testimonio de la historia de la humanidad, comentó: Ma che saggio questo Goya: sapeva che l’uomo e cattivo. “¡Qué sabio Goya: sabía que el hombre es malo!”

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