viernes, 22 de enero de 2010

LA HORA DE HAITÍ

LA HORA DE HAITÍ
Terremoto en el legado de la Dictadura

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“No es el tiempo que quiero, es mi tiempo”.
J. Riechmann.


Haití, negra vudú, colita de Cuba.
Después de los escombros de la Dictadura, hacías fila para lo que no se te daba: la Democracia.
Pero, infierno sin luz, el terremoto llegó: 7,3 en la escala de las grandes tragedias.
Leo el periódico: “Todo el mundo temblaba, era como un baile absurdo, la gente salía de los vehículos, corría y lloraba y gritaba”.
Observo las imágenes en TV.
Los daños se dejan ver en todos los edificios de la capital haitiana, desde las humildes viviendas, los supermercados y hoteles hasta instituciones, catedrales y hospitales. En el vaivén, el palacio presidencial de Puerto Príncipe plantó su hocico en el suelo.
Nada quedó en pie. Nada se ha librado.
Ante los incrédulos ojos de los niños, los siempre enfermos del hambre caribeña, el suelo se abrió por la mitad como una galleta anciana.
Ante los míos, en un estremecimiento, transcurre la historia de este paraisito torturado, ya hace más de medio siglo disminuido por en el dolor de la dictadura eterna.
Cruel destino, el Dr. Frncois Duvalier, el Vitalicio Papa Doc, que desde su ascenso al poder en 1957 hasta el fin de su “automandato” en 1971 -- siempre apoyado por los ejércitos de Washington --, mantuvo a Haití en el deshonroso primer lugar de analfabetismo y salud pública en América.
Al morir esta especie de “Mengele” tropical (con 35 mil muertos rojos en la cacha de sus decretos anticomunistas), su joven hijo, de apenas 19 -- Baby Doc --, continuó quince años más con la Junta Militar, hasta 1986, entonces en un temblor de indignación civil el cuerpo de François Duvalier fue desenterrado y apaleado ritualmente como un perro infecto. Y así…
Al escribir los datos anteriores, viene a mí la idea de húmeda finca antigua, de edificios habitacionales viejos, de ciudad malconstruida, malcuidada, malamada (comparo datos con el reciente sismo californiano de 6,5 grados en la escala Ritcher, miro videos de fachadas e interiores y sólo descubro botellas rotas).
Ahora en detalle observo las imágenes trágicas de la hora de Haití… y no hay varillas de construcción entre los cuerpos destrozados -- huesos en astilla, lágrimas: polvo de escombros --, sólo algunos hilos de metal enfermizo y amplias lagunas de sangre.
Herencia de los Duvalier, corrupto legado arquitectónico de la Dictadura.

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