viernes, 22 de enero de 2010

NOBLEZA DE ESPÍRITU

NOBLEZA DE ESPÍRITU
La más bella historia de amor contada por un intelectual

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Por mucho que tú mires al Atlántico y
yo al Pacífico, los océanos nos unen”.
Joe Goodman.


Permito que mis lágrimas fluyan con dulzura.
Estoy leyendo la más bella historia de amor contada por un intelectual y me descubro llorando como una nena…
El sol lucha contra la tormenta y manda luz rosa para que infiltre tibieza a este amanecer frío y nublado.
Tengo el libro de Rob Riemen en mis manos, “Nobleza de Espíritu” (Pértiga / Equilibrista, 2008), y estoy conmovido por el romance verdadero del viejo Joe Goodman y Elisabeth Mann Borgese, la hija del prestigiado Premio Nobel de Literatura Thomas Mann.
Resulta que Riemen, quien narra los acontecimientos en primera persona, es presidente del Nexos Intstituut de Tilburg (Ámsterdam), encargado de fomentar el debate filosófico-cultural y la reflexión intelectual, dándose a la tarea de contactar personajes en todos los rincones del planeta.
El día 7 de noviembre de 2001 asiste a una cena con Elisabeth y Joe, en el “River Café” de New York , para formalizar una nueva conferencia para el instituto.
De aspecto frágil, el anciano Joe Goodman, con una “barba que no tenía nada que envidiar a su héroe poético”, metido en una chaqueta andrajosa y con una cerveza deleitándole el carácter, esperan a la lúcida autora de “Océanos, Patrimonios de la Humanidad”, ya de 82 años…
-- La vista es maravilloso, ¿no? -- comenta Rob.
-- No, no me parece que la vista sea maravillosa -- contesta Joe.
Joe es un librero retirado y músico de profesión; tocando el piano en un crucero había recorrido infinidad de veces la costa del pacífico, hasta que su pequeña hija, de apenas 10 años, falleció de una extraña enfermedad.
-- ¡Deberías haberlo oído tocar el opus 106 de Beethoven¡
La historia centra la “nobleza de espíritu” en la dignidad, en esa memorable cena, donde hablando de los recientes y terribles acontecimientos del 11 de septiembre -- tema que se quiere tratar en la conferencia --, Joe saca de un sobre maltrecho su “Cantata Sinfónica para solo, coro y orquesta”, basada en “Hojas de Hierba” de Walt Whitman y se la ofrece espontáneamente a Rob…
-- Yo sé lo que hay que hacer, yo tengo la respuesta.
Luego, girando la cabeza hacia ella, el amor de su vida (hay que advertir que Joe padece tortícolis espasmódica y su cabeza se mueve incontrolablemente), le dice:
-- Jamás te he pedido ningún favor, pero si consigo poner voz a la nobleza de espíritu con una fuerza que haga vibrar el alma de la gente, ¿me ayudarás a difundirla? Yo no soy nadie, pero tú conoces a las personas adecuadas. ¿Me echarás la mano?
-- Cuenta conmigo -- le dice Elisabeth en un susurro y le besa la mejilla.
Es “una obra maestra” que maravillará profundamente a la humanidad, advierte a Riemen la fiel conocedora de los grandes maestros…
Dos meses después, Rob recibe el obsequio de “Hojas de Hierba” de parte del músico (que ese mismo día muere de un infarto cerebral y que en un arrebato depresivo ha destruido todos los borradores y apuntes de “Nobleza de espíritu”).
En la dedicatoria del clásico de poesía se lee: “Seamos sinceros, amigo mío, está bien que los académicos se ocupen de los datos, ¡pero nosotros debemos escribir la verdad! Escribe lo correcto, sé bueno. Tu amigo Joe”.
Luego Rob escribe este ensayo, de 44 páginas (uno de los 4 que contiene el libro), que no posee ni una sola palabra que no sea mágica.

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