viernes, 22 de enero de 2010

FATA MORGANA

FATA MORGANA
Al encontrar su lector, todo libro se hace verdadero

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Ahí donde el peligro también brota la salvación”.
Sikelianós.


La serenidad de la palabra domina lo contemplativo.
Como la palabra es el desierto… Aviva las quimeras, pero como un salmo hace la iluminación en el centro de la lectura.
Al encontrar a su lector, todo libro se hace verdadero.
Veo y leo…
Lo decía Borges: “Me enorgullezco de los libros que he leído, no de los que he escrito”.
Quienes conforman Onirios, poetas, magas y narradores, reconstruyen la simbología de las arenas, restauran el espíritu en un abecedario cósmico y transforman a quienes los leen en otros.
Esta alquimia la debemos de agradecer.
Todo libro es un silencio donde la palabra nace. Nacer es multiplicar el mundo, vincular lo que ha sido, con lo que es y seguirá siendo.
Ahí la fortuna de la celebración.
Cada libro que nace, que da a luz -- llama que nos trasciende --, recoge y lleva la sustancia del hombre.
Porque cada hombre que lee un libro sólo lee a otro hombre.
Desierto de Quimeras, Antología de Poesía y Narrativa breve, determina su lectura en esta vía esencial, en esta posibilidad.
Nos obsequia la certidumbre como una hoguera, como un refugio, como una concilio, siempre a la mano, al abrazo de cualquier lector.
Veo, poema a poema, cuento a cuento, lo que ha proliferado a mi alrededor, mutando a palabra.
Veo y leo… “ruta de ballenas”, brasa polar en la que navegan mis ojos: revelación y rencuentro.
Sí, paisaje de las arenas: Fata Morgana. La sed de escribir y el arribo de la quimera, literario monstruo divino -- con alas y cola de dragón, mitad cabra, mitad león --, ensueño y desvarío que ahora, gracias a esta obra, no existe sólo en el imaginario mitológico.
La prueba más sólida de la realidad, puedo decir, es la existencia de Onirios.

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