viernes, 22 de enero de 2010

AÑO DE VOTO

AÑO DE VOTO
Cuando el futuro nos alcance

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Nada me han enseñado los años,
siempre caigo en los mismos errores”.
José Alfredo Jiménez.
Podemos cambiar el futuro, pero no el pasado.
Si el futuro domina nuestras pretensiones, si trabaja siempre en la prospectiva del placer -- como el deseo inmediato de tomarnos un estimulante trago de café o la intención de repasar nuestras fantasías en una primorosa concatenación de orgasmos musicales -- entonces habría que reconocer que el pasado es el trampolín que nos lanza a la gloriosa piscina de los cielos.
Solía recriminar Ortega y Gasset: “Quién olvida su pasado, está condenado a repetirlo”.
El hecho de imaginar que el futuro no es predecible, que no podemos saber qué pasará en lo porvenir, detengámonos un poquito y recapitulemos cuántas ocasiones él mismo nos ha dado la contraria, cuántas veces nos ha puesto en el lugar y la hora justa para que aquello que soñamos imposible se posesione como un elemento más de la realidad ordinaria.
¿Podemos decidir lo que queremos que suceda?
Desde luego. A eso se le llama tendencia, planteamiento que indica que lo que piensas tiene la posibilidad de suceder, es decir (ejemplifico): Si los políticos de tal partido han fallado -- los bueyes del PAN, pues --, resulta tendenciosamente probable que así sea el resto de los mandatos bajo su membrete, si es que de nuevo alguien decide votar por ellos (y como hay tantos bueyes, poseen hoy la “tendencia” de volver a triunfar, lo que no quiere decir que sea lo mejor o lo que ahora necesita el pueblo de México).
No se olviden que somos capaces de generar circunstancias, no sólo quedar atrapados en ellas
Este es un año electoral. A la luz del ocioso Bicentenario se renovarán gubernaturas, congresos locales y ayuntamientos -- en Baja California 5 Municipios y una “buena” carretada de Diputados --, en el cual tendremos que identificar las posibilidades de beneficio ciudadano e intentar hacerlas realidad, evitando siempre la idiotez -- muchas veces fincada en halagüeñas Campañas pretensiosas y mentirosas -- que nos lleva a tolerar, ya que no tenemos huevos para otro desayuno, las decisiones indeseables que, en materia de beneficios, tanto daño hacen a la cartera de la gente común.
Y todo por tener la servil costumbre de votar, antes que la de pensar (y soñar el futuro).

No hay comentarios:

Publicar un comentario