viernes, 22 de enero de 2010

EL FIEL CASTRO

EL FIEL CASTRO
Quijotes y llaneros de una casta cósmica

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“La belleza no es un lugar donde van a parar los cobardes”.
A. Gamoneda.



Los años avanzan y él igual.
Envidia de las maestras, cualquiera diría que envejece hacia la juventud.
Muchas veces pasé frente a su casa, en la calle “B” del Fraccionamiento California, rumbo a los entrenamientos de béisbol haciendo lo que les decía a mis jugadores que no hicieran: gastar los “spikes” en el cemento.
Esa melodía dulcemente áspera ha sido parte del “soundtrack” de nuestra larga amistad.
-- Todavía me acuerdo -- me dice --, yo era un plebe entonces… Te miraba pasar con el impecable uniforme y el chirriar luminoso de tus pasos rumbo al Campo de la Termoeléctrica.
Quijotes y llaneros, la lengua del viento lamiéndonos el rostro, con las espigas y el polvo -- al lado del McCovey (Raúl Marín), el Armando (hermano del Kino), el Sergio y sus tiros de piedra, el Neto (la Mosca Embrujada) y los Osuna -- trazamos un anillo de chapulines cósmicos en nuestra existencia.
Transcurrieron las décadas, tuvimos caricias de sol y abrazos de nieve, y una tarde en el Sófbol de Maneadero observé que todavía le pegabas duro a la pelota.
El destino nos dio la vecindad de aula. El magisterio volvió a juntarnos. Recuerdo que contando chistes (buenos, malos y pésimos), harto como se puede estar de la felicidad, tomaste la guitarra y ahorcaste en sus cuerdas a muchos trovadores: Silvio, Pablo, Filio, etc.
La música te salvó, como a mí la poesía.
Silverio Castro, de armas tomar, la vida te selló en rojo con un Che en la pantorrilla, mientras yo estoy cada vez más cerca de lo que arde: la alquimia de trasmutar la palabra en actos de oro.
-- ¿Existe el amor?
-- El amor no existe, sólo existen los actos de amor.
Hablamos, siempre hablamos… Ahora son los diálogos de silencio los que a través de los libros complementan nuestra locura.
En tus amplios libreros puedo encontrar lo que necesito, porque ahí están las lecturas que alguna vez -- y tú lo sabes, hermano de la sabiduría y depositario del arco iris de la cerveza -- fueron parte esencial de mi ser.

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