jueves, 1 de abril de 2010

LA PASIÓN

LA PASIÓN
El poder de la palabra

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“¿Y no sabes, dijo el Amor, quién ha tomado sobre sí la culpa?”.
George Herbert.
Tras su captura, Jesús es juzgado ante falsos testigos por el Sumo Sacerdote Caifás.
Allí, ante el Sanedrín (Consejo de Sabios Judíos), se manifiestan las más enconadas contradicciones de la aberración humana.
Caifás pregunta a Jesús si es el Mesías.
-- Tú lo has dicho -- responde el prisionero.
Así es acusado de blasfemia, para que la profecía de Isaías se encarnezca.
Entonces, entre vueltas y peripecias burocráticas -- dixit Herodes Antipas --, Jesús es arrastrado ante el desenfado imperial del Prefecto Romano, Poncio Pilato, quien no le encuentra culpable; pero para calmar los ánimos vulgares, pide a la muchedumbre que elija entre liberar a Jesús o al conocido “malhechor” Barrabás…
Orientada por la irascibilidad de los sacerdotes, la multitud exige la liberación del “rebelde político” y condena a la crucifixión a Jesús.
Así Pilato se lava las manos en el agua sucia de la cobardía.
Azotado por las risas y el látigo, con una doliente corona de espinas y obligado a cargar la cruz del Árbol de la Vida (madera sagrada, adánica, traída del Templo de Salomón), Jesús inicia su calvario al cráneo de la “humanidad” (en arameo, Gólgota).
-- ¡Salud, “Rey” de los Judíos! -- le escupen con burla los soldados romanos.
Ya crucificado entre dos (no puedo decir ladrones, pues la evidencia del “fallo” de Jesús me lo impide), los lanceros se juegan a los dados sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, martillan: INRI (en latín: Iesvs Nazarenvs, Rex Ivdæorvm; en griego: Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων; en hebreo: ישוע הנצרת מלך היהודים -- Yeshu'a HaNatserat Melech HaYehudim' --, que en castellano reza: “Jesús de Nazaret, el Rey de los Judíos”).
Llegada la Hora, Jesús exclama: “Eloí, Eloí, lamá sabajzaní”, que en cualquier lengua significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, en un llamado de tal resonancia que aun llega hasta nuestros días.
Ahí, por amor a la humanidad, el Poder de la Palabra.

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