viernes, 2 de abril de 2010

LA MUERTE FELIZ

LA MUERTE FELIZ
El dolor se transforma en la belleza de Jesús

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Cuando nazca el hombre que no sólo conozca esas cosas sino que también las practique, me sentaré a su lado y me declararé su discípulo”.
Niko Kazantzaki.Al sentir un ligero roce de brisa, levantó la cabeza y el polen dorado de los extremos del arco iris lo sorprendió.
Ya no estaba en la cruz, sino en un madero con hojas y flores que se suspendía en una lenta marejada iridiscente, como si el océano bostezara de alegría un enjambre de burbujas.
Los peces saltaban como pájaros y tejían con el sol colores como cantos.
Parpadeaba, intentando sentir la sangre dura en sus ojos. Abría y cerraba las manos, como queriendo encontrar el hierro injusto de los clavos… Pero no había nada.
Ni llagas, ni dolor, ni fracturas, ni llanto.
El cuerpo lo sentía como el alma, sin barreras, mezclándose con todo: la lejanía ni la cercanía existían, lo alto era igual que lo bajo.
Sus cabellos se volvieron una extensión nocturna del Universo, donde treinta y tres los ángeles lo miraban con una sonrisa de finísima arena de diamantes…
Esa belleza le recordaba la ternura humana, como cuando en Betania María frotó el nardo en sus pies, del que emanaba el dorado aroma musical de una fragancia venida desde este mismo cielo.
Ahora su cuerpo flotaba con la levedad inquietante de un todo feliz navegando en el espacio, donde no hay sur ni norte, mucho menos oste o este...
Afectuoso, su corazón latía como un animalito grácil que desde el fondo de su pecho endulzara de rojo sus labios.
Así transcurría lo intranscurrible, hasta que un Ángel transparente habló desde el interior de su cabeza, teniéndolo a él enfrente como reflejo del azul.
-- Fuiste crucificado, muerto y sepultado -- murmuró el Ángel -- y ahora radicas en el afectuoso infierno de Dios, tu propio pensamiento.
Resucitarás desde ahí, desde esa gracia divina, para liberar a los que moran en el falso reino de la muerte.
Y, después de que pase todo esto, ascenderás a los cielos, para quedarte sentado a la derecha de Dios, nuestro Padre Todopoderoso.

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