martes, 27 de abril de 2010

ARIZONA, S.A.

ARIZONA, S.A.
Nos dijeron que éramos iguales, pero no
que estábamos separados

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces será preciso formar las circunstancias humanamente”.
Marx y Engels, La Sagrada Familia.No necesito la aprobación de ninguna “Ley” de Arizona, para asumir que todo ciudadano “mexicano” -- el adjetivo denota sólo ubicación geográfica -- es molestado y cuestionado sin mayor causa en cualquier momento, en cualquier parte del mundo.
Más alemanes que Hitler, ¿no acabamos de exhibir y echar fuera a nuestros ilegales e indocumentados?
Nos dice el filósofo francés André Comte Esponville, rememorando a las víctimas del nazismo -- que, a decir verdad, nada tienen de diferente ante otras víctimas, igualmente desamparadas ante la humillación humana --: “La sangre destaca mejor en los guantes blancos y el horror es más evidente si es una política”.
Nos dijeron que éramos iguales, pero no que estábamos separados. En efecto, con un Dios y un culo, tenemos muchísimo en común. Pero no parece ayudar mucho.
La Escuela, la otra familia, es el principal instrumento de promoción social. No nacemos personas, nos convertimos en personas. Sí, a través de la Educación, pretendemos hacernos mejores personas para ser mejores ciudadanos. Habilidades y actitudes se emulan y estimulan, se gratifican y se moldean para lograr un perfil ético que responda de manera positiva a la condición social, histórica, racial, étnica, geográfica, etc.
¿Luchamos por entender y a hacer entender que las diferencias personales, ideológicas, políticas o religiosas, tienen menor importancia que la ciudadanía universal?
O sólo hablamos de “Democracia” -- sobre todo, en materia de relaciones internacionales --, como advierte Hobbes, “porque nos descubrimos divididos y porque jamás falta el cínico que se aprovecha de tal división”.
Para clarificarnos esto, no olvidemos que “todos los humanos somos por igual extranjeros -- como declara lucidamente Fernando Savater -- porque todos venimos de donde no sabemos y vamos hacia lo desconocido. Todos somos por tanto huéspedes los unos de los otros durante la vida que compartimos y nos debemos la ley de la hospitalidad que es la base de cualquier civilización digna de ese nombre. Identidades culturales hay muchas, pero la única identidad civilizada que de veras cuenta es la identidad humana. Y nuestra humanidad la descubrimos precisamente en el otro, en el que más necesita nuestro abrazo y nuestra bienvenida”.
Al hombre se le juzga por sus actos, no por sus orígenes.

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