viernes, 19 de febrero de 2010

RAÚL ORGANISTA

RAÚL ORGANISTA
El periodista, el escritor y el reportero
se funden en uno solo

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Todo lo falseado muestra pronto su verdadera naturaleza”.
Séneca.Sé que a este hombre le debo algo.
Quizá, como se lo comenté, la claridad de sostener algunas enunciaciones sin el peso de lo metafórico.
Lo decía Ryszard Kapuscinski, entre más ligero de equipaje, más lejos se puede llegar.
Así siento la prosa de Raúl Organista: pulcra, definida, sabia, transparente, con su destino periodístico resuelto.
Me la paso leyendo a Eduardo Galeano, a Milan Kundera, a Rob Riemen, pero mi vecino de abajo es quien me devuelve a la realidad.
Puede que sea la cercanía, su ética iluminada: la libertad directa, sin subterfugios, que esgrime contra la clase política y su practicada injusticia.
Puede que sea su conocimiento del mundo, su óptimo manejo de los Clásicos, su obstinada convicción de que el periodista, el escritor y el reportero se funden en uno solo.
Puede que sea sólo el hecho de escribir con veracidad, sin olvidarse jamás de ser oportuno en la bondad y en la crítica.
Cuando esporádicamente visito la sala de redacción de El Vigía -- la casa que acoge, no sin reticencias, la fechoría estilística de mis Columnas --, me regalo la tranquila felicidad de observarlo… Está sentado, ojo avizor, brazos cruzados, sonrisa afable, revalorizando alguna enunciación o alimentando de llamas el horno ciudadano, donde el Pan se quema.
Me interesa su magia, su equilibrio sin red, su humanidad benéfica.
¿Cómo le hará este tipo, que cualquier redacción enemiga quisiera tener, para escribir con precisión y desmesura, con el ahínco épico de un Thomas Mann y, a su vez, con imprescindibles adjetivos que albergan la esperanza sin dejar escapar el nombre propio.
Celebro su trascendencia, principalmente porque su pronunciamiento público revela nuestras necesidades sociales.
Festejo su reticencia (obligatoria) a no ser cómplice de ningún silenciamiento político, así sea aquel que su humanismo tomó como partido.
Me pronuncio, palabra a palabra, convencido de que su ejemplo incitará a los jóvenes reporteros, a los viejos lobos de redacción y a los muchos ciudadanos que lo leen -- entre los que orgullosamente me encuentro -- a luchar contra la globalización de mal, elevando la categoría moral del periodismo a bien común.
Sé que a este hombre le debo algo.
Quizá el hecho que ande repitiendo por ahí: ¡No más Puentes!

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