miércoles, 10 de febrero de 2010

LA MEJOR DE LAS COMPAÑÍAS

LA MEJOR DE LAS COMPAÑÍAS
Un libro subraya la vida en la conciencia


Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“No ha habido pesar que una hora de
lectura no me haya quitado”.
Montesquieu. Foto: Annelie.
Siempre que veo un libro en casa o en la escuela o en la librería, me pongo a imaginar o a fantasear de lo que guarda o atesora en el interior. La portada es una señal; su forma y su color, pistas... Entonces leo la sinopsis, el resumen de la contraportada, y ahí me renace el interés como un fuego sin bomberos.
Y, según lo voy leyendo, me sigo imaginando o fantaseando con lo que va a pasar y con lo que voy a hacer con ese conocimiento recién adquirido, recién descubierto, recién instalado...
Convidado por la aventura, por el romance o por la intriga, lo primero que trato es de “constatar” por qué soy parte integral de ellas: un Peter Pan (de James Matthew Barrie), un Tom Sawyer (de Mark Twain), un Alexis Zorba, el Griego (de Nikos Kazantzakis), un Meursault, El extranjero (de Albert Camus), El viejo y el mar (de Ernest Hemingway), El principito (de Antoine de Saint-Exupéry), Pippi Calzaslargas (de Astrid Lindgren), Pierre Ménard, autor del Quijote (de Jorge Luis Borges), José Arcadio Buendía, en Cien años de Soledad (de Gabriel García Márquez), Harry Haller, de El Lobo Estepario (de Hermann Hesse), La señora Dalloway (de Virginia Woolf), Lolita (de Vladimir Nabokov), Josef K., de El Proceso (de Franz Kafka), El loco (de Gibran Jalil Gibran), Alex, de la Naranja Mecánica (de Anthony Burgess), y un largo etcétera.
Un libro subraya la vida en la conciencia y nos reorganiza las prioridades de existir.
Abrir los ojos y abrir los libros, y ahí nos vamos a encontrar con todas las sensaciones agradables y demasiado humanas del ser en este pequeño planeta azul; los libros, de cualquier clase y de cualquier autor, nos pueden proporcionar la más grata experiencia que sólo el acto lectura nos puede regalar.
La lectura de muchos libros nos ayuda a entendernos mejor, a hablar de más cosas y eventos con nuestros compañeros de viaje, a expresarnos de manera diferente, menos constreñida y menos arbitraria, y más así como renombrando la existencia.
Un libro es como un regalo de luz y admiración que podemos compartir con todos. Me gusta hacerles lecturas a mis hijos, a mi compañera, a mis alumnos y a mis amigos, tranquilizarlos, incitarlos o excitarlos; les doy breves pasajes o introducciones placenteras, sonrisas, tragos de mi licor de mate y los mando a la librería para que los adquieran, para luego así poder continuar con un diálogo enriquecido.
Un libro siempre será un buen amigo, y un lector o una lectora, la mejor de las compañías.

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