sábado, 27 de febrero de 2010

EL CRIMEN DE NO LEER

EL CRIMEN DE NO LEER
La ignorancia como delito tipificado

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“La escuela enseña a competir, no a compartir”.
Eduardo Galeano.
Si la ignorancia fuera un delito tipificado, muchos ya estarían en la cárcel… O en la biblioteca o en la librería.
Pagando condena, cumpliendo sentencia, quizá castigándose con “En busca del tiempo perdido” o algún otro clásico.
A la lectura le ofrecemos una falsa connotación que, en el mejor de los casos, sólo justifica la coartada del erudito.
Desde luego, la instrucción que se capitaliza de las lecturas nos enseña (mete en signos, señala), nos da a conocer la cosas de este mundo, a manejarlas o imaginarlas.
Y también, lo más importante, a cambiarlas.
¿Nos ayudaría de algo leer? ¿Habría menos ignorancia, desconocimiento, si se supiera para qué sirven los libros? ¿Se revelará algún día, en las Escuelas, la función que tienen las lecturas en esta vida?
Leer de verdad, sí; hacerle al “loco”, como sanamente recomiendan los profesores negados a la lectura, no.
Erradicar la comodidad de la ignorancia sería enfrentar a la ciudadanía al -- muchas veces placentero -- trabajo de aprender.
En una época que todo lo queremos resolver al instante, recurrimos automáticamente a la automedicación (más dañina, cuando es espiritual).
Entonces tomamos lo denso, lo grande, lo musculoso, lo pesado… Entre más, mejor… ¡Plus! ¡Plus! ¡Plus!
Malas noticias: La sobredosis mata el gusto por la lectura, y otras cosas.
Sí, hay que leer, pero no al Quijote en la primera.
Sí, hay que leer, pero en la frecuencia de nuestra iniciación.
¿A quiénes? ¿Qué autores serían los indicados?
Bueno, a la medida de cualquier comprensión, existen obras adecuadas para cada etapa de la vida, y para ello las Casas Editoriales manejan catálogos infantiles y juveniles, así como versiones y adaptaciones -- algunas veces recomendables, otras no -- de lo más connotado de la Literatura Universal.
Aquí enumero el mínimo de ellas: “Cuentos en versos para niños perversos”, “Pinocho” (nunca la versión Disney),“Las aventuras de Arthur Gordon Pym”, “Alicia en el país de las maravillas” y, para no ir muy lejos, todo lo que se encuentra suscrito en las Bibliotecas de Aula, con la suerte que estén funcionando en las Escuelas de nuestra comunidad (con acceso inmediato y préstamo a domicilio).

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