lunes, 15 de febrero de 2010

CLASE POLÍTICA

CLASE POLÍTICA
Estamos jodidos porque nos están jodiendo

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Todos los medios son buenos cuando son eficaces”.
J.P. Sartre.
Son los medios de comunicación el principal aliado de quienes sustentan una “ideología” y la aplican en sociedad.
La doctrina, como sistema de propaganda, adormece la conciencia y, a su vez, exalta los esbirros, tribu famélica que defiende lo que desafortunadamente conocemos como “Clase Política”.
Con plena incapacidad de dudar en lo que cree, el ciudadano común es llevado por los laberintos de la Comunicación a un distracción autorizada (por el medio que la promueve), haciéndole creer que su existencia -- la eterna vida en crisis -- es el “lado bueno” de dicho dogmatismo.
Esto me recuerda la cita de Aristóteles, donde esgrime que “el hombre es un animal político”, lo que no quiere decir, como pensamos muchos, que los políticos sean sólo unos animales... sino que también se les puede tachar de mentirosos, arribistas, abusivos, ladrones, desconsiderados, traficantes, irresponsables y un largo etcétera.
Bastaría comprender algo de física escatológica: A toda acción corresponde una reacción… con la misma intensidad en dirección opuesta: ¡Estamos jodidos porque nos están jodiendo!
La fuerza sólo es aceptable si se pone al servicio de la debilidad.
¿Por qué diablos no deberíamos encontrarnos indignados por el fracaso constante de las Políticas Sociales que nos encadenan a la pobreza y a la miseria, que no son otra cosa que la penosa debilidad en la competencia ciudadana?
Situación prohibitiva que, como se habrán dado cuenta, se modera con un doctrinario “bono”, de una doctrinaria “obra de relumbrón” -- puente que se cae, colonia que se inunda --, con una doctrinaria “beca”, con una doctrinaria “rifa”, con un doctrinario “préstamo”, con unos doctrinarios “balones”, con unas sabrosas y doctrinarias “nalgas” bajo los reflectores de la información y el espectáculo nacional.
Si no posee el beneficio engañoso de estos ingratos sedantes temporales (que terminará pagando con su alma en la parrillada del infierno, que es la existencia “constante y sonante”), puedo imaginar el dolor de la invisibilidad ciudadana, si no es que la “urgencia” ya lo dejó verse en la Nota Roja, lugar inhóspito donde no aparece la criminalidad de Cuello Blanco.
¿Qué rostro de idiota tendrán los que malconstruyeron el puente? ¿Qué cara de imbéciles tienen los que permiten, de forma totalmente irregular, las licitaciones engañosas?
¿Veremos en los medios de Comunicación a los funcionarios disfuncionales disculparse de sus torpezas y reparar los daños con dinero de su bolsillo?

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