lunes, 29 de marzo de 2010

VIDENCIA DE JESÚS

VIDENCIA DE JESÚS
Un signo perdido en el polvo del tiempo

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Esta nostalgia, a la vez tan misteriosa y tan real, ha abierto en mí hondas heridas y también fluyentes y pofundos manantiales”.
Nikos Kazantzakis.Dejando de observar el dorado horizonte, Jesús voltea y conmovido comenta:
--Uno de ustedes me va a entregar. Esto no es algo que diga porque sí… Se los aseguro.
Primero con suave consternación, luego con perplejidad, los discípulos buscan señales en los ojos de Jesús y, mirándose unos a los otros, no atinan la justa comprensión de lo que acaban de escuchar.
Entre el cuchicheo, Simón Pedro persuade a un discípulo que se encuentra cerca de Jesús para que averigüe.
-- Señor, ¿a quién te refieres? ¿Acaso a mí?
-- A aquel a quien yo ofrezca este trozo de pan con aceite, él será -- contestó Jesús.
Y mojando el pan en la fuente de olivo, se lo proporciona a Judas Iscariote, el hijo del viejo Simón.
El pan se volvió oscuro, llevando en el corazón de su levadura la malignidad, la videncia y el destino.
-- Judas, lo que tienes que hacer hazlo ya. Pero sabe que no eres un canalla, esto lo realizarás para que la profecía se cumpla.
-- Maestro, ¿por qué yo, que tanto te amo?
-- Sólo hazlo, Judas -- afirma Jesús, posando su mano en el hombro del elegido por Dios para la sagrada Misión de traicionarlo.
Los discípulos veían los ademanes de la conversación, pero no entendían lo que se decían. Por unos momento, Judas fija el dolor de su mirada en ellos, toma el pan y sale corriendo hasta perderse en la boca de la fatalidad.
--Amados -- dijo Jesús --, no estaré mucho más tiempo al lado de ustedes. Y a donde voy, no pueden seguirme. Lo siento.
--Señor, ¿a dónde es ese lugar al que vas? ¿Dónde queda? ¿Es cerca? ¿Es lejos? -- interroga Simón Pedro.
Jesús responde:
--Adonde voy yo, tú no me puedes acompañar. Todos ustedes, les aseguro, estarán a mi lado en la hora precisa.
Pedro observa que Jesús traza con su sandalia un signo en el polvo e inquieto replica:
--Señor, ¿puedo ir yo contigo? Bien sabes que yo daría mi vida por ti.
Jesús levanta la cabeza, le mira de frente y, sonriendo un poco, responde:
--¿Darías la vida por mí, Pedro? Dices que darías tu vida por mí… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
Con resignación y tristeza, Jesús remueve la tierra desapareciendo el signo.

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