viernes, 12 de marzo de 2010

CLARIDAD DE CORAZÓN

CLARIDAD DE CORAZÓN
Apostamos a la “Gran Justicia” con nuestros pequeños
y rutinarios actos de injusticia.

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Vivo en el número siete, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría”.
Joaquín Sabina.No hay claridad en el corazón, ya no somos capaces de la solidaridad íntima o social, de desenrollar la alfombra de la realidad para sobreponernos al miedo de la imaginería, de desenvolver la aventura de existir hacia la calidad de vida.
Con la ayuda de varios televisores, nos inventamos cuentos de ambición nauseabunda. Creemos en la prosperidad… aunque la veamos tuerta y torcida de súplicas indiscretas. Bebemos los venenos de la propagando para eructar burbujas de iridiscente desconsuelo. Apostamos a la “Gran Justicia” con nuestros pequeños y rutinarios actos de injusticia.
Escribo sobre el dolor del tema, intentando entender mi fantasmagórica transparencia; uso las palabras como un ropaje, harapos para vestir al egoísmo en fuga, huidizo reincidente, y así reconocerlo en la basura que se atraganta de mis malos actos y mis peores pensamientos.
Atraparlo y dialogar con él, invitarlo de nuevo a la desintoxicación de los sentidos y alimentarlo de lo que le haga falta: quizá cariño, quizá amor, quizá compasión, quizá solidaridad, quizá valor, quizá amistad… Quizá, lo más seguro, es que sea de todo esto.
Tengo que extender mi mano abierta para recibir la mano de quienes me traicionaron; tengo que levantar la mirada a la altura de la realidad y ver a los ojos, frente a frente, experimentando la inevitable vergüenza y con algo que ofrecerles, a la gente que yo mismo traicioné; tengo que ir al funeral de mi Madre, llevarle las más hermosas flores de este mundo, esas que aun danzan en el sistema solar de mi recuerdo; tengo que perdonar a mi Padre, para que yo pueda entender que tiene un hijo maravilloso y no seguir vagando en la autocondenación de su ausencia; tengo que encontrar a mis hijas, recuperar los pasos perdidos del amor primigenio y ofrecerles mi respaldo, con los poemas que escribí en los dólares que no regalé o no gasté -- fama que no deja dinero es autoengaño --, con mis canciones de ternura y mis bailes de oso desencadenado; tengo que recuperar el poder de ser, el poder de amar, el poder de saber, el poder de ver, el poder de curar.
Porque yo soy el hombre que mete medio cuerpo al infierno de la basura, pero también el que mete el cuerpo entero en la gloria de tu cama; porque soy el raterito de estéreos de la Espinoza y séptima, pero también el que escucha extasiado a Bach y a Beethoven en Radio Universidad; porque soy el hermoso asesino de Nebraska, pero también el que trajo a la vida sueños que se pueden acunar con lágrimas de alegría y en los brazos del amor; porque soy lo único que queda de mí, pero también lo que puedo hacer de mí: el poeta, la bailarina, el médico, la ama de casa, la cantante, el actor, el chofer del microbús, el lavaplatos, el maestro, la juez, la taquillera… ¡Todas las expresiones de la auténtica y rebosante energía humana!

No hay comentarios:

Publicar un comentario