martes, 9 de marzo de 2010

BRECHT / DANEMANN

BRECHT / DANEMANN
La estupidez como cargo de conciencia

“Ni siquiera teclear esto me ha desahogado”.
Arturo Pérez-Reverte. Hoy se ven obligados a decirte adiós.
Un adiós administrativo, que se instituye, con firma y sello, desde el humor patético de la Central de Operaciones.
Y lo único que viene a mí es la lección histórica de los versos que, en su momento, pronunció el dramaturgo Bertolt Brecht: “Primero cogieron a los comunistas, / y yo no dije nada por que yo no era un comunista. / Luego se llevaron a los judíos, /y no dije nada porque yo no era un judío. / Luego vinieron por los obreros, / y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista. / Luego se metieron con los católicos, / y no dije nada porque yo era protestante. / Y cuando finalmente vinieron por mí, / no quedaba nadie para protestar”.
Para que el Arte rinda frutos, para que la semilla del árbol de la Cultura ensenadense alcance la altura necesaria de madurez y nos ofrezca su producto de calidad (que calce, que llegue y se acomode a sus objetivos), hay que superar esa tradicional mentalidad “clientelar y politiquera”, fincada en lo soez de las emociones exquisitas, de fingidas caras agradables y dobleces subordinados, de acotaciones ridículas, saltos cuánticos -- sin tener los méritos indispensablemente necesarios -- y cumplimientos insultantes.
Hay que llamar a las filas de esta lucha -- por décadas postergada -- a las mentes más preclaras, dotadas éstas siempre de la habilidad necesaria y no sólo de la sosa disposición familiar (“Intelectual” significa leer, prepararse, informarse para amanecer menos idiota al día siguiente).
Y a los que han demostrado con hechos que, desde hace tiempo, les viene preocupando la Cultura y tienen algo importante que aportar, no los separen de sus cargos, no los dejen caprichosamente fuera (una coordinación de Extensión Artística se demuestra con logros, producto de la eficiencia. Por supuesto que puede regalarse el último insulto de los ahorcados, señalar la imbecilidad de los advenedizos y corregir los cursos abominables de los oscuros ríos de la ignorancia, pero sobre todo tiene que demostrar, a través de sus logros, la eficiencia).
En esta época de Terror Administrativo, lo que ya no puede ser es que los cargos de la Cultura y la Educación se continúen otorgando como “pagos a favores o recompensas a fidelidades políticas”.
Y tampoco coartándolos por capricho.
Hoy se ven obligados a decirte adiós. Yo no tengo ninguna obligación, soy un mercenario honrado. Lo que sí digo, Marcela Danemann, que desde cualquier trinchera el brillo de tu capacidad cultural y artística será un faro para orientar los beneficios de la Condición Humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario