martes, 23 de marzo de 2010

ANDAMIAJES DE NIEBLA

ANDAMIAJES DE NIEBLA
Puentes de flores, como sonrisas, que se ponen
un día y se derrumban al otro

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“¿Por qué debe morir un cuerpo sano sólo porque su mente está enferma?”.
Gronenberg.
Aguafuerte: Juan Carlos Mestre.
Cuando observas a tu alrededor que todas las personas -- esa especie de cadáveres silenciosos, admitidos socialmente -- están haciendo las mismas cosas que tú -- acostándose con un horario, levantándose con un horario, trabajando estúpidamente en un horario para ahorrar y así comprarse una “tranquilidad” en ganga fuera de todos los horarios --, entonces debes estar en lo cierto, porque millones de personas no pueden equivocarse.
Esa es tu lógica perversa… Pero si usas un poco tu cerebro, esa lógica es esencialmente errónea, básicamente equívoca: millones de personas no pueden estar en lo cierto, cuando es extremadamente raro que una sola persona lo esté…
Sí, grábatelo, es muy raro que una persona se realice en la verdad auténtica. La mayoría de personas viven vidas de mentira, vidas fingidas, vidas compradas, vidas concertadas. Sus existencias son sólo superficiales, relativas, superfluas, acomodaticias, sin solidez y sin sustancia.
Andamiajes de niebla que no sostienen a la realidad. Puentes de flores, como sonrisas ajustadas, que se ponen un día y se derrumban al otro.
Cualquier idiota puede hacer eso. Véndele tu alma al patrón; negocia tu salvedad con los sacerdotes de diverso pelaje; imita a los imitadores de la vida y, no sin un agrio resquemor, goza de tu Gatito Divino, ese que le echa arenita cósmica a tu frustración y que encubre tu fracaso con maullidos casi siempre perfectibles…
Es fácil ser accidental, porque nunca te sientes responsable de nada de lo que pasa. Siempre puedes echarle la culpa a otra cosa: el Destino, el Estado, la Mujer, la Iglesia, el Profesor, Dios, el Marido, la Sociedad, la Crisis, la Madre, el Padre, los Hijos, el Hermano muerto…
Así pasas tu miserable existencia, echándole la culpa a los demás, a otras personas… O, si ya no te alcanzan los animales ni los humanos, ahí están las diversas situaciones en la que quedas atrapado como miserable mosca encarnizada.
Por eso es tan fácil injuriar reclamos frente a los ídolos de piedra, orar bajo los sanguinarios crucifijos de cartón, alabar la heroicidad civil de los monumentos, pues ellos no te escupirán a la cara las imbecilidades que dices y haces en nombre de cualquier pendejada.

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