lunes, 8 de marzo de 2010

PASIÓN INTACTA

PASIÓN INTACTA
Esto se consigue sólo desdeñando la simulación

Para Marcela Danemann.Con la investidura de escritor y Maestro, he incursionado en el Departamento de Educación Primaria de Ensenada, coordinando el Programa Nacional de Lectura, lo que me autoriza a hablar sobre su fragmentada organización interna y el fracaso de su legado exterior.
Desde su interior se privilegia la subordinación y, como en una estructura militar, se pratica con ahinco la obediencia debida. Sobre estos dos elementos de rango, desobedeciendo -- es decir, no respetando la ignorancia de los demás --, he tenido la extraña distinción acusatoria de ser considerado como exageradamente propenso a ideas originales.
Algo que, no dejaré de insistir, se consigue únicamente desdeñando la simulación: El que sabe hacer una cosa, la hace. El que no sabe, la enseña.
En primer lugar, no solo el hecho de dejar la Coordinación del Programa de Lectura, sino también la Asesoría Técnico Pedagógica del Departamento de Educación Primaria habla por sí mismo.
Pero, dadas las circuntancias, no me corresponde a mí ofrecer una declaración o esgrimir un razonamiento que excuse o exculpe a ese alguien de mi salida del Programa (que la hubo, con nombre y apellido, emparentada en Mexicali). En este caso no se trata de averiguar lo que no se ignora sino de habitar con inteligencia lo que se sabe.
Quizá mi salida sea un acto de justicia, tomando en cuenta los efectos sobre mi calidad de vida. Ante el rencor de los ofendidos, dicho exilio es una bendición.
Y eso me obliga a dejar en claro lo siguiente: que mi trabajo en el Programa Nacional de Lectura, aparte de exponer mis ideas sin sacrificar la lucidez, lo que se dice fácil pero que en esos niveles puede costarte el puesto, fue ponderar reiteradamente la bondad y eficacia de la lectura y la escritura, proporcionado los consensos para su competencia, sin dejar de lado la asesoría directa y su disfrute recreativo.
Hablo de literatura, lectura, libros y Educación, porque los conozco. No por obligación o hábito, sino por placer.

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