miércoles, 17 de marzo de 2010

CONTRA MÍ MISMO, LA ESPERANZA

CONTRA MÍ MISMO, LA ESPERANZA

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“El mundo se vuelve cada vez más necio y algunos comenzamos a estar hartos”.
Albert Camus.
En el salvaje orgullo de la vejez, territorio de ideas cansadas y torpes estertores vanos, donde la pasión florece amarga como un animal incontrolable, redacto con mesura e intranquilidad este informe contra mí mismo.
Aprendiz de hombre, todo sé, nada entiendo. Me tiembla la escritura como si me temblara la voz en la llamarada química del alma. Avanza la tarde lentamente en su misterio -- ponte cabeza abajo y ve los verdaderos matices del crepúsculo -- y, por momentos, mi mano baila con la muerte “el silencio de las sombras” en el ahogo violeta del ocaso.
Y nada puedo hacer. Son eternos estos instantes donde la reflexión parpadea en busca de la transparencia y sólo encuentra el callo cerebral del diablo. Reposo el libro en el escritorio, observo tras la pluma la ventana y digo: Soy lo que queda de una luz última en la eterna oscuridad del vacío.
Nunca imaginé que gracias a la ironía existencial me convertiría en un auténtico cobarde, similar el resto de mi abultada generación... Cobarde que, a diferencia de quienes participaron y derramaron su sangre en las revueltas de las décadas anteriores -- poniendo literalmente a temblar al País --, representaría a una raza corrompida, podrida, perdida, dominada por los complacientes lazos de la inmoralidad, la ignorancia, la lujuria y la vileza.
Vamos, que no pasa nada, sólo sucede que le he dado entrada a lo acomodaticio, a la vulgaridad hueca que adormece la conciencia; he permitido ponerle precio al corazón, al perdón, a la libertad, al cuerpo y a tu templo. McDonalizado, no saboreo ya el beso de uvas con lodo y vidrio, ni canto al viento la ronca canción del Roto, el “cambalache” de Discépolo, el “rap” del Huérfano, el norteño de lo Jodido, la ópera del Loco, el réquiem del Mendigo, la karaokeada de los Humildes, de los Sin Tierra, de los sin Pan, de los sin Agua, de los sin Amor, de los sin Dios, de los sin Sombra, de los sin absurdas Esperanzas.

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