sábado, 17 de julio de 2010

ROJA O AZUL

¿La falsedad es la píldora que decides tomar?

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Si te tomas la píldora azul... la historia acaba, despiertas en tu cama... y crees lo que tú quieras creer”.
Morfeo a Neo, en Matrix. Crear una realidad es una cosa.
Y si por alguna razón -- o sinrazón, que participa más --, esta realidad se nos altera, acompañada de sus bemoles psíquicos, se transforma en un caso clínico y lo demás se vuelve fantasía.
Crear una realidad es una cosa, pero imponer una realidad, en términos imperiales, es algo muy diferente.
En el libro La Cámara de Pandora (GG, 2010) comenta el fotógrafo Joan Foncuberta que un asesor del ex presidente norteamericano George W. Bush declaraba sin ruborizarse: “El estudio juicioso de la realidad discernible ya no es la forma en que funciona el mundo… Ahora somos un Imperio, y cuando actuamos creamos nuestra propia realidad. Y mientras otros estudian juiciosamente esa realidad nosotros volvemos a actuar, creando otras nuevas realidades, que volverán a ser estudiadas, y así es como van las cosas”.
Crear e imponer la realidad, en estos términos, es algo que tendríamos que tomar muy en cuenta; pues, con la facilidad que se ofrecen las manos en la cintura, al hombre le da por transformar sus pulsiones de fe y creencias en Verdades.
Es decir, “verdades” que van a parar a imágenes y simulaciones y simulaciones de imágenes: “Es el mundo que te han puesto sobre los ojos, para cegarte a la verdad”.
Y esto involucra plenamente a los Medios de Comunicación, plataformas del consumo ideológico que se disfraza de información, ocultando lo desgarrador (los periodistas pueden notificar, u opinar, sobre lo que observan, pero les resulta difícil ofrecer, o expresar, lo que sienten y viven).
Y, si así las cosas, quizá su sitio más noble para estas simulaciones no sea la guerra (donde la mutilación, la locura, la depresión y la muerte no son ficción), sino los espacios del arte, sobre todo moderno.
Porque lo que le ofrecemos al arte, no es más que una impresión personal de nuestra manera de concebir la vida (suavizándole las aristas, cundo no las embrutecemos).
Impresión personal, es decir de Mascarada (del latín persõna, máscara de actor).
Imitamos, mimetizamos… pero en determinados casos también somos capaces de amalgamar todos los periodos de la existencia y obsequiarnos ciertos grados de creatividad auténtica.
Y vaya a saber uno, si para otro ser más experimentado esto sea auténtica creatividad o sólo adulteración programada.
La realidad que se encuentra detrás de toda esta sucia simulación de decorados -- no discernible, por órdenes del Pentágono y “Seguridad Nacional” --, es los suficientemente cruel e inadmisible como para pasárnosla vomitando el resto de nuestros días, incluyendo las noches frescas.
“¡Despierta Neo! La Matrix te tiene”.

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