viernes, 16 de julio de 2010

HUMILLAR A LOS NIÑOS

No todo es negocio, también existe la solidaridad

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

Avaricia: el deseo de riqueza o ganancia material, ignorando el reino de lo espiritual”.
Sexto Pecado Capital.
La grandeza de un hombre se juzga por entero ante la fragilidad de un niño.
No es necesario ser maestro para saberlo.
Todos los adultos deberíamos admitir, querámoslo o no, que somos padres de la existencia de cualquier menor, principalmente ante sus necesidades y exigencias.
Y el lugar de ese padre desconocido está donde el menor lo necesite.
La denuncia pública contra la crueldad de quien negó el uso de los sanitarios a cuatro alumnos, realizada por la profesora Rosa Eaton Guerrero, directora de la Escuela Primaria “Estado de México” (El Vigía, viernes 16 de julio), se finca precisamente en esa la falta de sensibilidad moderna, que se centra en la ausencia de criterio, de comprensión humana, de esterilidad compasiva…
Anteponer la avaricia -- pagar los cinco pesos por alumno -- ante la urgencia fisiológica, sólo muestra el nivel de intoxicación comercial en que se encuentran los “valores” de este servidor público ante las demandas de la realidad ordinaria, en sus dos principales órdenes: biológica y espiritual.
«Inicialmente era un grupo de cuatro niños pequeños y no los dejaron entrar -- narra la maestra, que en la actividad escolar de verano, “Escuela siempre abierta”, excursionaba con alumnos de entre 5 y 11 años --. Se estaban orinando y no tenían los cinco pesos, entonces fui a hablar con los encargados y les dije que eran niños que venían de una escuela… Y me dijeron: “Pues no, no pueden entrar hasta que paguen los cinco pesos”».
Y con tal de que no entraran, prohibido el entendimiento, se mandó cerrar con llave el acceso, prohibiendo los baños.
Diablos, en el comercio no todo es negocio, sino que también existe la proposición de valor para el cliente, que lo beneficia en sus necesidades inmediatas -- de crédito o de condonación --, lo cual posteriormente se retribuye con creces (en intereses, como en los Bancos, o con amistades duraderas y agradecimientos auténticos, por la práctica loable de la solidaridad).
Realidad mal entendida, inadecuadamente sobrellevada (los niños no portaban el dinero exigido) y que hace responsable de maltrato infantil y psicológico al administrador de esta área recreativa y de esparcimiento local y turístico, a la vez que susceptible a serle retirada la concesión de los baños y del “snack” de nuestra Ventana al Mar.
Con esta familia universal, con este tipo de “padres” egoístas y avariciosos, hay que reconocer que no todo el mundo tiene la suerte de ser huérfano.

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