domingo, 4 de julio de 2010

DIEGO EL CIGALA

La chica de rojo y el anillo perdido

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“El flamenco va sobre el tiempo, flotando como un velero; el flamenco va sobre el sueño, hundido hasta los cabellos”. Camarón. La indulgencia se abre paso con una sonrisa y los claveles rojos sólo acentúan su duende, su animal dulce.
Flaco y flamenco, deliciosamente bien pagado, traje blanco, arracada y toro, blindadas sus manos de oro -- las que sueltan palmaditas de tablao, indican el género y ofrecen caricias de pesada luz --, Diego el Cigala impone sus grandes ojos profundos en una música de lágrimas negras que es la cascada de su larga cabellera.
Nos encontramos en la salita de Prensa, sumergidos en la Casa Barón Balch’é, al norte de las bellezas vinícolas de Ensenada, montando preguntas en minutos que corren muy despacio, como en tiempos de alegría, antes del inicio del Concierto.
Íntimo y reverencial, como el apacible aroma de las catedrales, perlas de amor y odio y perdón son su repertorio: la vena sangrada que abre la noche en palomas de fuego.
Su voz es suave, como inventando el reproche del alma en una suspiro de vainilla interminable: flamencos de jade, boleros de espuma y diamante, jazz constelados y, recientemente ahora, el sacro arrabal de los tangos, campanadas de vino y gallos peleando cristales de colores en nuestros sueños.
Abre la boca y el espíritu de las cosas parece elevarse, como si las alas fuesen poemas de Lorca, manual gitano de Camarón, y la realidad pincelazos de Picasso besando los hombros de las sombras con nombres lácteos…
Cada canción un escurrimiento de libélulas entre los muslos, un alud despacio e infinito, música de cauce y cuchillo, como el disciplinado desorden salvaje de las estrellas: estridencia de pétalos reconfigurando la rosa del recuerdo: “Se me olvidó que te olvidé,
se me olvidó que te dejé, lejos muy lejos de mi vida, se me olvidó que ya no estás, que ya ni me recordarás, y me volvió a sangrar la herida…”
El vino, en ríos de dicha, mantiene al público circunspecto, pues el Vocal Delux ha perdido uno de sus astros, un anillo de verano y crucifijo, que ahora instala su fulgor en cuello de un cuervo, para que la chica de rojo, de labios congestionados de pasión, escurridiza y airosa, como el Karmann Ghia de las luces encendidas, salte la valla ante la imbecilidad apropiada de los guardias de seguridad y asiente con toda liviandad su belleza ante la mirada sonriente del rey del flamenco, que le ofrece una copa de rubí…
La marea humana (mil 350 personas, con boleto pagado) se pierde en la oscuridad verde de las despedidas campestres, y nosotros -- Marce & Dany y el fotógrafo Enrique Botello --, como un verso fantasma de Miguel Hernández, somos ya un rayo plateado que no cesa hasta llegar de nuevo al hogar.



Cigala: "Se me olvidó que te olvidé..."


1 comentario:

  1. Yo te recuerdo cariño ....
    sigues siendo mi encanto,
    te sigo llamando mi niño,
    tu nombre no se me olvida ...
    y te lo canta el Cigala ...

    Allá,
    dónde la arena se agita ...
    grabado un recuerdo;
    Tanto fuiste para mí, tan Real
    -Un hombre, un nombre-
    Como las olas son a La Mar…
    y dejando huellas de espuma.

    Ya ve, me emocionó Poeta,
    por ponerme al de los ojos flamencos,
    me trajó al que no se puede olvidar y hasta me arrancó un verso jajajajaja
    Gracias por la belleza; la música y tus palabras.

    se lo firma sin censura ...
    la bien pagá
    mar

    ResponderEliminar