miércoles, 7 de julio de 2010

PLANTAR UN LÁPIZ II

Cada cierto tiempo un escritor…

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“En la literatura como en el amor, suele sorprendernos lo que los otros eligen”.
André Maurois.Cada cierto tiempo un escritor planta un lápiz.
Abre el puño y en un estallido recibe la fuerza de su punta.
Llagas como las de Jesucristo, como las de un cigarro apagado su tizón en la palma de la mano.
La sangre alimenta de savia las venas de toda escritura.
El dolor es un principio alfabético, suma de consonantes y vocales que describen las desgracias de la vida.
Nombramos. Los escritores nombramos.
Cuando el beso y el abrazo del lenguaje son alimento para hacer sobrevivir el mundo, el concepto de la realidad se vuelve una matemática diabólica, una gramática de espectros, una caótica danza de irrealidades que damos como religión cierta...
Entonces, la usura de la palabra y las olas rompiendo sus reflejos a mis pies...
Todo lo que se escribe posee un nombre.
Y tu nombre está en todo lo que escribo.
Nunca he escrito el tuyo y te nombro con todo lo que nombro.
Cada cierto tiempo un escritor planta un lápiz.
Todo lápiz está habitado por una infancia o por un amor que sustituye esa infancia.
Así se acaricia, como escribiendo… como escriviviendo.
El recuerdo de un nombre en los labios baja al umbral del lápiz y el placer de la escritura cambia, el mundo cambia, todo cambia…
Lápiz amarillo, como caramelo de sol, como rama dorada. Torpe tinta de su miel en la piel escriturada.
Se esperan las cosas que se desean en un ambiente de dulzura mágica, muy al lado de la manzana verde, el libro de poesía, el té humeante y la nube que juega a ser de paloma en la ventana.
La ironía es injusta, el tiempo pasa y el hechizo de lo que se escribe es sólo la música de un mar que se bate con la dicha en el corazón de los recuerdos. Ahora que la memoria ya no es una espina, me pregunto cuánto tiempo el alma luchó por no ser una lámpara apagada.

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