Rael Salvador
rael_art@hotmail.com
“La pregunta en sí misma tiene la desgracia de la respuesta”.
Edgar Morin.

Según informes castrenses, la Clase Media podría “unirse -- declara el almirante Chris Parry, jefe del Centro de Desarrollo, Conceptos y Doctrina del Ministerio de Defensa de EEUU--, usando el acceso que tiene al conocimiento, los recursos tecnológicos (computadoras e Internet y sus filiales) y la habilidad para modelar a su antojo procesos transnacionales”.
En el ambiente militar, que copta al planeta a través del juego político de las dictaduras persuasivas, disfrazadas siempre con la cara piel de las “Democracias”, se olfatea una andanada de ideologías como el Marxismo y derivados ideológicos afines (Teología de la Liberación, Narcoguerrillla, etc.), estimando que la tendencia hacia el relativismo moral y hacia valores pragmáticos llevará a que la gente de la Clase Media busque, como Chapucerita Roja, un “santuario de sistemas de creencias más rígidos, lo que incluye mayor ortodoxia religiosa e ideologías políticas doctrinarias, como el populismo y el marxismo”.
La hipnosis de la “falsa felicidad” que genera esta expectativa, muy estremecedora en su impacto primero y muy usurera en su despliegue instalado (lección de historia), genera múltiples amnesias sectarias y una infinidad de lagunas indóciles en la geografía espiritual de las “emociones creadas” y los auténticos convenios económicos que, detrás de sí, resguarda el poder.
En un simulacro de convivencia y cemento, impunidad comercial y silencio analfabeto, donde las Leyes valen lo que un kleenex, encontrarse o descubrirse, inaugurarse o estar fuera de ley es sólo agregar “rojos” a los ya existentes e inútiles coágulos de sangre desmarxiada (el neologismo es mío).
Y… en dichas circunstancias, ¿quién necesita Criminales, Sediciosos, Terroristas, Rebeldes, Disidentes, Malagradecidos? Contestar sería caer en un lugar común: la respuesta es más que estúpidamente obvia.
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