martes, 6 de julio de 2010

LA BELLEZA DE LA LUCHA HUMANA

La política posee dignidad sólo cuando es moral

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Soy perfectamente consciente de que se trata de una meta ideal. Pero si no nos proponemos una meta ni siquiera echaremos a andar”.
Norberto Bobbio.Mucho se dice, poco se aporta.
Si estos se van, los otros quedan. No hay diferencia: son humanos, demasiado humanos, han recibido una herencia genética y un legado cultural que, en tiempos de crisis, los orilla a la sobrevivencia.
Es decir, a costa de lo que sea, instintivamente o por voluntad, van a desbarrancar el alma en situaciones donde la inmoralidad sea la banderilla que paseen por el ruedo social.
Novillos heridos por la realidad, viejos toros sangrantes en actos vergonzosos. Desesmeradas vacas de circo, con una gallina en el lomo.
La política posee dignidad sólo cuando es moral.
La dignidad no es otra cosa que la contención contra el acto inmoral.
¿Qué sucede ante cualquier desencanto?
Los esperanzados se desesperanzan. Los ilusionados se desilusionan.
Y el que grita, se desgrita. Y sólo flota en el ambiente un silencio pesado como la niebla de un suspiro oscuro.
¿Pereza de pasión la abstinencia? Sí. Provocada por una política que en la práctica parecía más abuso de poder que compromiso con el bienestar de lo más necesitados.
Poder más que los otros, porque eso es el poder.
¿Quién puede estar bien cuando es el malestar el que se impone?
Cuando no se posee otro recurso -- como la misericordia, la solidaridad o la compasión --, uno pulveriza la belleza de la lucha humana como cuernos de sal que chocan contra la realidad insobornable.
Y no hay dinero en demasía que sirva para recomponer lo hecho, no existen lingotes de oro para devolverle la gratitud a la virtud de lo maravilloso, así se trate de política o beligerancia ciudadana.
La realidad es la única maestra que nos desmiente cuando ocultamos con la razón la aventura de la calidad de existencia.
Obtusa tiene que ser esa razón… No la vida del hombre.
Y así, voto a voto, verso a verso, vamos a construir la casa de la Democracia.
Espero que en esta Ensenada sí quepamos todos.

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