martes, 27 de julio de 2010

LOS MAESTROS EXAMINADOS

El que sabe hacer una cosa, la hace; el que no sabe, la enseña…

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“En la Educación es preciso revisar el papel que tienen la agencias internacionales con sus prioridades programáticas y financieras”.
Rosa María Torres. Hay rotulada una máxima en lo alto de mi escuela, abanderando la consciencia de los profesores que a diario asistimos a ejercitar las aportaciones que el conocimiento y el saber nos proporcionan.
Ella, muy oronda, letras pintadas con estilo visible, reza así: “Maestro no es el que más sabe sino el que mejor enseña”.
Es un tópico, le digo al director, que se refiere a ella -- a la mentada frasecita de vuelos escolares -- cada vez que lee uno de mis artículos y, como queriendo escrutar mi efectividad didáctica sin comprometerse en el corazón del aula, resume en una mueca la solvencia educativa de mi grupo.
Le explico: El que sabe hacer una cosa, la hace; el que no sabe, la enseña. Si el maestro no posee conocimientos -- que más allá de su obligación, debería de ser su pasión -- sólo ofrece un vacío contaminante -- viciado éste de ideas y prototipos, eufemismos y tautologías -- y, por lo tanto, la “enseñanza” se convierte en la más grave enfermedad de transmisión pedagógica…
Está claro que los profesores se encuentran capacitados, como cualquier otro animal gregario en esta vida, para la transmisión de la enseñanza (señalar, meter en signos) y no simplemente para convertirse neuróticos depositarios de datos estadísticos y conocimientos enciclopédicos, en un necio afán de grandeza equívoca.
Cualquiera que se someta a un examen resulta vulnerable, ya que todos las pruebas estandarizadas que se conocen están elaborados con ese firme propósito, sino carecerían de un sentido clasificatorio, por no hablar de la franca desconfianza de sus alcances.
Exámenes, como los amañados del Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes -- que tan provisoriamente proporciona la Secretaría de Educación Pública (SEP) --, son sólo un obstáculo meditado estadísticamente que se ajusta al techo financiero, de no más del 20 %, que está destinado para ser utilizada cada año fiscal.
Esto quiere decir, que así lo presenten los docentes más dotados -- ya sea en habilidades didácticas, dominios intelectuales, gestión y conocimientos en general--, siempre existirá un 80 % que no será admitido, que no alcanzará la media presupuestal y, por lo tanto, como residuos académicos pueden ser considerados como ineficientes, reprobados, no capacitados, atrasados, etc.
Cosas de las estadísticas y sus magros presupuestos, nada más. Repito: los de la Secretaría “No” están autorizados para pasar a más, es decir para pagar a más, prefiriendo el descrédito de los maestros -- en algunos casos muy merecidos -- a favor de otros gastos, como lo son la onerosa celebración del Bicentenario y los préstamos millonarios -- salidos de la federación -- a las empresas privadas.
Y así vamos por la existencia, engalanadamente engañados con los números, olvidando que la más valiosa instrucción que nos puede proporcionar la Educación, además de enseñarnos a ganarnos la vida y ser críticos de estas situaciones, es enseñarnos dignamente a vivir.

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