miércoles, 18 de agosto de 2010

VITIS TERRAE

Poesía & Fotografía esta tarde en el Cearte

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“No, ya no había nada que cambiar. Estaba bien; estaba hecho”.
Raoul Hausmann.
La vida de abre como una imagen, igual que, en nuestras manos francas, el florecimiento de un libro.
Nos muestra, siempre desde el despliegue insólito de su interior, lo que es… pretendiendo representar lo que somos.
Nace y nos renace.
Data de respuestas personales a un público que, caritativo de creatividad compartida, busca respuestas que para nada nos son ajenas…
Cada libro que viene al mundo, cada configuración que lo recrea, cada trozo de emoción que lo sostiene, será por siempre la mejor de las bienvenida…
Lectores, amigos, compañeros de ruta e imagen, nos encontraremos presentes esta tarde, jueves 19 de agosto, a las 7:30, en la Sala Muñoz Acosta del CEARTE (Centro Estatal de la Artes, Ensenada), en la exposición del maestro y amigo Enrique Botello, deleitándonos con un Video, ex profeso, y degustando versos e imágenes de nuestra tierra bajacaliforniana en la edición de “Vitis Terrae”, Poesía & Fotografía (2010, Todos Santos Ediciones / Diseño de Humberto Romero y concepto de Ruth Gámez).
Y, para ello, el sencillo legado de unas palabras:
Un vino debe besar la boca y dejar su grato recuerdo: una imagen de inocente erotismo en los sentimientos.
Lograr este impacto en los sentidos, a través de una fotografía, es fincar el estímulo en la percepción como respuesta a la magnitud de la naturaleza.
El vergel, el campo… provistos de otra lectura, nos ofrece una visión vestida de lenguaje, como si lo único viviente fuese el mundo ideal: la viña romántica, los deterioros reales, las obsequiosas flores del verbo, las hojas transmitidas.
Esta muestra fotográfica, sencillo legado de una nostalgia, se complementa con la palabra; sí, como vertedero ideal de la imagen poética, donde el paisaje , las tradiciones, la reunión de la uva y el recipiente de su jugo, son lectura, color y sabor de un abecedario complementario.
El racimo de la vida se pega a las manos, como una luz rubí y la uva se rompe de otra manera en la boca, cruje de una forma especial y se ofrece con el gran líquido de la dulzura, conciencia y el disfrute.
Así, el asentamiento del vino en el espíritu de la palabra adapta el movimiento del ritual y, precipitándose con fuerza entre los sentidos, los purifica: habla y canta con ellos.
En horabuena: Salud y larga vida.

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