jueves, 12 de agosto de 2010

TRATADO SOBRE LOS SUEÑOS

De Freud a Reich, pasando por Jung…

Rael Salvador
rael_art@hotmail.com

“Hay que estar loco por algo para no volverse completamente loco".
Chesterton.
I
La gente de la ciudad suele entrar al sueño con un pie perdiéndose en el abismo. Luego, ya entre las brumas metafísicas de lo que debería ser “el descanso” -- si seguimos las instrucciones del maestro Sigmund Freud, fundador del Psicoanálisis --, se encuentran con un tigre azul atravesado de líneas heladas, que tiene los ojos de una princesa danzando entre las llamas y que representa la dolorosa castidad del alma. Él hablará con nosotros de las manías sexuales sublimadas como un viejo psiquiatra de Oxford.
II
La gente del campo suele entrar al sueño como si una sombra les refrescara el cuerpo. Siempre irrumpen en el escenario del subconsciente como si acabaran de arribar de entre unos matorrales secos. La luz mítica de la que habló Carl Gustav Jung, en su apología sobre los Arquetipos -- imágenes ancestrales que se manifiestan por todos lados --, les parece la amalgama que se observa siempre en las viejas fotografías sepias que sus abuelos guardan en baúles húmedos y olvidados. El maestro les daría la razón y, a su vez, con toda seguridad, les preguntaría; “por qué se despiertan de nuevo a la realidad sólo cuando ven una rata morder una manzana roja”.
III
La gente del mar suele entrar al sueños como si abordara una red tejida con iridiscencias de escamas. Su obstinada búsqueda de camellos blancos en las profundidades del océano los vincula con una tribu costeña del sur de Anatolia que, entre tantas otras rarezas oníricas, realizan ábacos estelares con la espuma disecada de sueños húmedos. Wilhelm Reich, antiguo miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, ex discípulo de Freud y amante de una tía abuela mía -- secreto que me reveló cuando contaba con 14 años y había leído mi último “comics” de Porky --, dejó escrito en una carta de amor, con tintes marxistas, que la teoría del Orgón (estimulación del libido a partir de la energía del cosmos) había surgido en su mente cuando navegaba por aquellos mares agrestes pensando en los atributos físicos de su amada.

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